domingo, 25 de octubre de 2015

Fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente El discernimiento y la integración



Fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente
El discernimiento y la integración


84. Los fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente: necesidad de ser más integrados en las comunidades cristianas de diferentes maneras como sea posible, evitando cualquier posibilidad de escándalo.
       La lógica de la integración es la clave para su cuidado pastoral, ya que sólo saben que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, pero pueden tener una experiencia gozosa y fructífera. 

     Son bautizados, son hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo derrama en ellos sus dones y talentos para el bien de todos. 

     Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: por lo tanto es necesario discernir cuál de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en la liturgia, el marco pastoral,  educativo e institucional puede ser superado.

       No sólo no tienen que sentirse excomulgados, pero pueden vivir y crecer como miembros vivos de la Iglesia, sintiendo como una madre que les da la bienvenida siempre, Él se encarga de ellos con afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio. 

     También se necesita esta integración para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes.

       Para la comunidad cristiana, tenga cuidado de estas personas no es un debilitamiento de su fe y testimonio acerca de la indisolubilidad del matrimonio: más bien, la Iglesia expresa en esto, con mucho cuidado, su caridad.

85. San Juan Pablo II ofreció una política integral, que sigue siendo la base para la evaluación de estas situaciones:

      "Los pastores deben saber que, en aras de la verdad, están obligados a discernir situaciones. En efecto, existe una diferencia entre aquellos que han intentado sinceramente salvar su primer matrimonio y han sido abandonados injustamente, y los que a través de su propia culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido.

      Por último, están aquellos que han contraído un segundo matrimonio para el bien de los niños, y a veces son subjetivamente seguros en conciencia de que su anterior matrimonio, irreparablemente roto, nunca había sido válido "(FC, 84). 
      Por tanto, es el deber de los sacerdotes  acompañar a las personas interesadas en el camino de la comprensión según la enseñanza de la Iglesia y las directrices del Obispo.

      Este proceso será útil para hacer un examen de conciencia, por momentos de reflexión y arrepentimiento. Los  divorciados casados ​​de nuevo deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal ha entrado en crisis; 
aunque ha habido intentos de reconciliación; 
cómo es la situación de los socios abandonados; ¿qué efecto tiene el nuevo informe sobre el resto de la familia y la comunidad de los fieles; cómo tal, ofrece a los jóvenes que se preparan para el matrimonio.

      Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a nadie.
Por otra parte, no se puede negar que en algunas circunstancias "imputabilidad y la responsabilidad de una acción puede quedar disminuida o incluso anulada" (CIC, 1735) debido a varias limitaciones. 

     En consecuencia, a juicio de una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la "culpabilidad subjetiva" (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración de 24 de junio de 2000, 2a). 

      Bajo ciertas circunstancias, las personas les resulta muy difícil actuar de manera diferente. Por lo tanto, mientras que el apoyo a una regla general, se debe reconocer que la responsabilidad con respecto a ciertas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos. 

      El discernimiento pastoral, teniendo en cuenta una conciencia rectamente formada de la gente, debe asumir la responsabilidad de estas situaciones. Las consecuencias de actos no son necesariamente los mismos en todos los casos.

86. El proceso de discernimiento  dirige estos fieles a la conciencia de su situación ante Dios. La entrevista con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre lo que dificulta la posibilidad de una participación más plena en la la vida de la Iglesia y los pasos que pueden fomentar y hacer crecer. 

     Teniendo en cuenta que la misma ley sin gradación (cf. FC, 34), este discernimiento no tendrá en cuenta las necesidades de la verdad y de la caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia. Para que esto suceda, se garantizan las condiciones necesarias de la humildad, la confianza, el amor a la Iglesia y su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y el deseo de lograr una respuesta más perfecta para Él.

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